«Para lograr una alianza entre la tecnología y la comunicación familiar hay que tomar algunas precauciones y comprender que puede producir una adicción psicológica»

La irrupción de los nuevos dispositivos tecnológicos ha producido un cambio brusco en el comportamiento de las personas, lo que se traduce en conflictos nuevos, donde no  hay un parámetro cultural que pueda orientarnos sobre qué sería “normal”.

Con frecuencia escucho la preocupación de muchas personas sobre el distanciamiento que está produciendo en la familia el uso de tablets, teléfonos, PC y otros.

No es la tecnología, ni internet, ni las redes sociales la raíz del problema; sí lo es, en cambio, la falta de una buena comunicación y de acuerdos respecto a los tiempos que se le da a la pareja y a la familia.

Mantener una comunicación fluida debería ser un objetivo siempre presente en los adultos que componen la familia, para intervenir cuando estos espacios no se producen o notan el distanciamiento de algún miembro.

Para lograr una alianza entre la tecnología y la comunicación familiar hay que tomar algunas precauciones  y  comprender que puede,  al igual que muchos otros estímulos,  producir una adicción psicológica, entendiendo ésta  como una afición donde la persona pierde su libertad ya que tiene una dependencia a su uso. Además, al igual que en cualquier adicción, se produce tolerancia y, en este caso, la persona incrementa el tiempo que le dedica, y va disminuyendo la interacción con familiares y amigos, restringiendo sustancialmente sus intereses.

Teniendo estos dos aspectos en cuenta resulta fundamental tomar ciertas precauciones.

En cuanto a la pareja, es importante establecer horarios o situaciones en las que  estarán “conectados”, de modo que el uso de la tecnología no los invada, impidiendo la comunicación. Si permanentemente se está mirando un teléfono es imposible estar en el presente para el otro y, además, el mensaje implícito que se trasmite es que la otra persona no es lo suficientemente interesante como para dedicarle un tiempo total.

En lo que respecta a la familia, es importante generar espacios de calidez y de encuentro, como por ejemplo las horas de comida, libres de cualquier tipo de conexión.

Si bien este consejo no es nuevo, no puedo dejar de repetirlo dada su importancia.

Me ha tocado ver en reiteradas ocasiones cómo algunas personas interactúan con un tercero ausente, o juegan solos, mientras que  el acompañante queda marginado, mirando el infinito. Es imprescindible proteger estos espacios de encuentro, aclarando de antemano que la salida familiar es para conversar.

Cómo incorporar el lado positivo de las nuevas tecnologías:

  • Buscar temas de interés a partir del acceso a la red.
  • Compartir y conversar sobre los contenidos vistos por cada uno enriquece  las conversaciones, aportando a la vida familiar pensamientos diferentes sobre una gran variedad de tópicos que antes no estaban presentes. Nuestra capacidad creativa aumenta en la medida que la alimentemos con nuevas ideas e imágenes,  y las redes e internet pueden ser un aliado en este tema.
  • Establecer horarios claros para los hijos, respetando las etapas en que se encuentran.

Niños menores a tres años:

El uso de algunas aplicaciones de los tablets puede aportar al desarrollo del niño, sólo si es esporádico. A esta edad el desarrollo de la motricidad gruesa es, junto a la adquisición del lenguaje, una tarea fundamental y para ello el niño tiene que interactuar en el mundo y recibir el estímulo constante de la interacción con adultos y pares.

Escolares y Adolescentes:

Establecer un tiempo limitado del uso de internet, video juegos y televisión, considerando que en los dos primeros las actividades son dirigidas por el usuario; teniendo éste un rol activo, elige, busca qué desea ver. Ello, en un contexto de supervisión, es menos dañino que pasar horas frente al televisor que se consume de forma pasiva. Se ha visto una correlación entre su uso prolongado y una mayor tendencia a generar depresión.

Es  importante tener cuidado con el uso de redes sociales. No es aconsejable el uso de Facebook o similares en niños menores a 12 años.

En esta etapa los niños deben  aprender a interactuar con otros y a hacerse amigos. Para ello deben entender los efectos que tiene su comportamiento en el terreno real antes de pasar al plano virtual.